Ceguera curada

 

 

Juan 9, versículos 1 a 11

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 

Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? 

Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. 

Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 

Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. 

Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, 

y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo. 

Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es este el que se sentaba y mendigaba? 

Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. 

Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 

Respondió él y dijo: Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista.

 

El texto bíblico está tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.