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La humildad detiene la intoxicación por alimentos

La humildad y la obediencia condujeron a la curación

 

Por Sally Ades, San Diego, CA

Del número de mayo de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Apareció primero el 23 de enero de 2023 como original para la Web.

 

El Sentinel tiene un lugar especial en mi corazón porque es el medio a través del cual la Ciencia Cristiana llegó a mi familia. Poco después de que el Sentinel fuera establecido por Mary Baker Eddy, en 1898, la tía abuela de mi madre sanó rápidamente de un caso grave de hidropesía al leer artículos en un número de la revista. 

Mi madre estudió y practicó la Ciencia Cristiana toda su vida y fue un resplandeciente ejemplo para mí. Me siento profundamente en deuda con ella por haber sido un modelo de firme devoción a asistir a los servicios de la iglesia de la Ciencia Cristiana, llevarme a la Escuela Dominical, leer la Lección Bíblica semanal que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y lo más importante, por recurrir a Dios en oración para cada necesidad. He abrazado esta misma base sólida que me ha sostenido a lo largo de mi vida, y he tenido innumerables curaciones. 

Compartiré una curación que se ha convertido en una piedra angular para mí cada vez que el temor parece particularmente agresivo. Isaías 59:19 (KJV) dice: “Cuando el enemigo venga como río, el Espíritu del Señor levantará bandera contra él”. Según entiendo, la bandera o regla que Dios levanta contra el enemigo del temor está claramente expresada en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por la Sra. Eddy: “La comprensión a la manera de Cristo del ser científico y de la curación divina incluye un Principio perfecto e idea perfecta —Dios perfecto y hombre perfecto— como base del pensamiento y la demostración” (pág. 259). 

Tuve la oportunidad de aplicar esta verdad de manera práctica cuando estaba visitando otro país. Comencé a sentirme débil y con náuseas por lo que sospeché que era una intoxicación alimentaria. Me volví a Dios y afirmé mi naturaleza espiritual como Su idea que refleja siempre perfecta salud y plenitud. En el autobús turístico, entre los otros pasajeros, oré en silencio durante muchas horas. Me vinieron pasajes que me encantaban y había memorizado de la Biblia, los escritos de la Sra. Eddy y el Himnario de la Ciencia Cristiana, y reflexioné sobre cada palabra. El siguiente fragmento fue particularmente útil: “Cuando la ilusión de enfermedad o de pecado te tiente, aférrate firmemente a Dios y Su idea. No permitas que nada sino Su semejanza more en tu pensamiento” (Ciencia y Salud, pág. 495). Esto me recordó que no puedo ser tentada a creer que algo desemejante a Dios es real. 

Cuando finalmente llegamos a nuestro hotel, traté de leer la Biblia y Ciencia y Salud, pero me sentía aún peor. Esa noche, nuestro grupo tenía una fiesta de despedida en la azotea de nuestro hotel, y se esperaba que yo asistiera. En ese momento, estaba de rodillas recurriendo a Dios. He aprendido que escuchar es un elemento esencial de la oración. La humildad de apartarse mentalmente de un problema y esperar recibir inspiración divina vuelve el pensamiento receptivo al tierno cuidado del Amor divino. 

En este momento de extrema incomodidad y debilidad, le pregunté a Dios qué más necesitaba saber. De inmediato recibí la clara idea de que debía ir a la fiesta. Me resistí, pensando que ni siquiera podía sentarme, y mucho menos subir escaleras. Pero sentí que esta era una orden que necesitaba obedecer. Razoné que si Dios me había llamado a hacer esto, Él me daría la capacidad para hacerlo. Así que me vestí y subí las escaleras muy lentamente. A mitad de camino, toda la incomodidad se desvaneció como una capa que se desliza de mis hombros. Cuando llegué a la parte superior de las escaleras, no quedaba vestigio alguno del problema. No hubo período de recuperación; simplemente había desaparecido. Me uní a la fiesta con alegría y maravillada por esta curación instantánea. Tuvo lugar hace más de diez años, y jamás ha vuelto a manifestarse. 

Mi conclusión de esta experiencia fue que en la curación hay dos cualidades esenciales: la humildad y la obediencia. Tuve la humildad de pedirle a Dios que dirigiera mis oraciones, y luego escuché expectante. Y cuando llegó la indicación, obedecí. ¡Qué preciosa lección fue esta para mí! Siempre estaré agradecida a Cristo Jesús por su ejemplo puro del amor de Dios, y a la Sra. Eddy por descubrir y dar a toda la humanidad la Ciencia Cristiana: la verdad sanadora que Jesús practicó.

Sally Ades
San Diego, California, EE.UU.

 

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